Los pecados del ´Peje´
Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
El Universal
Miércoles 07 de febrero de 2007
Los pecados del ´Peje´
Un nuevo libro pone al frente del escenario a Andrés Manuel López Obrador y provoca más revelaciones sobre lo que sucedió en 2006
La soberbia no sólo es el principal pecado capital; es la metáfora que describe de cuerpo completo a Andrés Manuel López Obrador. La arrogancia no es un pecado, pero define totalmente la actitud del tabasqueño. La humildad no fue su fuerte durante la campaña presidencial, en la que se transformó en un hombre intransigente y excluyente. Bienaventurados fueron quienes se mostraban serviles; marginados resultaron aquellos que osaron señalarle sus faltas. Sólo en ese marco de referencia se puede empezar a comprender cómo un candidato presidencial que tenía una ventaja de 15 puntos sobre su más cercano adversario cuatro meses antes de las elecciones, pudiera perderlos. ¿Qué sucedió?
Nuevos detalles sobre los errores estratégicos de López Obrador han comenzado a salir como parte de los reacomodos políticos dentro del PRD y por la necesidad de supervivencia política de algunos que figuraron entre sus más aguerridos gladiadores. ¿Qué sucedió cuando en febrero de 2006 tenía esa ventaja sobre el segundo lugar en ese momento, Roberto Madrazo?
"Se equivocó de contrincante", dice un perredista. "Cuando vio la ventaja que tenía y que faltaban varios meses para la elección, decidió hacer la campaña en contra de Fox". Se le dijo que el presidente Vicente Fox no aparecería en las boletas de la elección y que tenía un nivel de popularidad de 65%. Es decir, Fox podía desgastarse lo que quisiera, pues no contendería por nada, mientras que todo lo negativo que pudiera acarrearle esa competencia a López Obrador repercutiría en puntos de popularidad y preferencia de votos. El candidato no les hizo caso.
Días después explotó su primer "¡Cállate, chachalaca!" Y ahí empezó el cambio de dirección de viento y la campaña presidencial comenzó a ser una batalla. Una semana antes, el equipo de Felipe Calderón había puesto en televisión un spot que hablaba de la deuda que había dejado López Obrador en el Gobierno del Distrito Federal, pero había pasado desapercibido. El grito contra Fox sacudió al electorado. En el cuarto de guerra de la campaña de Calderón vieron cómo sus números en los tracking polls se movían por primera vez en meses. Decidieron regresar el spot de la deuda a la televisión y, con los posibles votantes más alerta porque el grito chachalaco los perturbó, la campaña negativa comenzó a despegar.
Según un colaborador de Calderón, esos dos momentos le hicieron perder a López Obrador "entre seis y siete puntos". La encuestadora del perredista, Ana Cristina Covarrubias, también midió que las cosas dejaban de estar bien y suspendió la difusión de sus encuestas de tendencia de voto. Los asesores del perredista aconsejaron no atacar a Fox, pero le volvió a recetar otro "chachalaca", regalándole al equipo de Calderón un nuevo spot comparándolo con el venezolano Hugo Chávez. "Todas las mañanas nos sentábamos en el cuarto de guerra a esperar la respuesta, pero pasaron 20 días y nunca nos respondieron nada".
Varios asesores de López Obrador le recomendaban irse a la televisión y contrarrestar los golpes con una campaña negativa contra Calderón, que ya había rebasado a Madrazo y se acercaba al perredista. Pero la respuesta era no. "Él nos decía que el pueblo no iba a votar por los malos, sino por el bueno, con lo que él ganaría", confió un perredista. López Obrador tampoco fue al primer debate. "Le costó otros cinco o seis puntos", dijo el colaborador de Calderón. "Ahí lo empezamos a rebasar". La ventaja que tenía en febrero se había evaporado. Aceptó retirar al cineasta Luis Mandoki como su creador de imagen y contratar a Hugo Scherer para evitar la debacle. Scherer es un profesional en comunicación política e imagen, pero en el último mes de la campaña sólo pudo ver al candidato 15 minutos, de madrugada en San Luis Potosí. La contienda se encontraba el 2 de julio con un empate técnico.
López Obrador no había preparado un plan de contingencia en caso de perder. "Esa opción nunca estuvo en su cabeza", reveló el perredista. Por eso, todo se empezó a derrumbar la tarde de la elección, cuando los números no cuadraban. En un nuevo libro, 2 de julio, Carlos Tello Díaz narra cómo a las cuatro de la tarde de ese día la encuesta de Covarrubias le daba tres puntos de ventaja sobre Calderón -un empate técnico-, pero el resto de las encuestas daban un empate total. El autor detalla el desconcierto al iniciar la noche y cómo el ambiente de fiesta se había vuelto un mosaico de caras tristes y nerviosas.
De hecho, a las seis de la tarde el coordinador de la campaña, Jesús Ortega, llamó por teléfono al estratega de Madrazo, Manlio Fabio Beltrones, y le pidió que no le levantaran la mano a Calderón. "Ni a Calderón, ni a López Obrador", respondió, deslizando un consejo, tal y como lo habían hecho en 1988 ellos cuando la elección de Carlos Salinas: "Tomen la calle". Si no ocupan los espacios, les advirtió, "los van a desaparecer mañana". Una hora después, Martí Batres convocaba a sus seguidores al zócalo.
Cuando el conteo de votos le dio a Calderón una apretada victoria, le sugirieron a López Obrador realizar una huelga de hambre en el zócalo para presionar al tribunal electoral. "No nos escuchó", dijo uno de sus cercanos que no es miembro del partido. En lugar de ello, cometió otro error: realizar un "plantón" sobre Paseo de la Reforma. Duró casi dos meses y fue un desastre. Varios líderes del PRD le pidieron levantarlo, pero cada vez que parecía aceptarlo, los más radicales lo convencían de lo contrario, argumentando que era la única forma de presionar a los magistrados electorales.
Estaban equivocados por partida doble: les recetaron un fallo negativo unánime. A cambio, el plantón provocó la ruptura de alianzas con varios de los más importantes empresarios del país y con un amplio sector de intelectuales que se la jugaron con López Obrador, además de la pérdida de respaldo de la prensa internacional y de la gente, que lo castigó con 25 puntos de menos de popularidad. La caída de prestigio de López Obrador se acentuó cuando, ignorando el consejo de varios cercanos, incluido su protector Enrique González Pedrero, se ungió como "presidente legítimo".
El descrédito del ex candidato se probó durante la reciente marcha sindical contra el alza de la tortilla, donde la participación del tabasqueño tuvo un impacto negativo entre la población a la que querían llegar. López Obrador tiene hoy rendimientos decrecientes para el PRD y la izquierda en general. Pero quien piense que está acabado, se equivoca. El PRD piensa hacer una evaluación crítica de la derrota en la elección presidencial, donde quizá cuelguen a quienes responsabilizó de la operación electoral. Pero a él no lo van a tocar. Es un mal necesario, cuando menos para 2009 y, nadie sabe en este momento, si también un nuevo activo para dentro de seis años.
rriva@eluniversal.com.mx
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Raymundo Riva Palacio
El Universal
Miércoles 07 de febrero de 2007
Los pecados del ´Peje´
Un nuevo libro pone al frente del escenario a Andrés Manuel López Obrador y provoca más revelaciones sobre lo que sucedió en 2006
La soberbia no sólo es el principal pecado capital; es la metáfora que describe de cuerpo completo a Andrés Manuel López Obrador. La arrogancia no es un pecado, pero define totalmente la actitud del tabasqueño. La humildad no fue su fuerte durante la campaña presidencial, en la que se transformó en un hombre intransigente y excluyente. Bienaventurados fueron quienes se mostraban serviles; marginados resultaron aquellos que osaron señalarle sus faltas. Sólo en ese marco de referencia se puede empezar a comprender cómo un candidato presidencial que tenía una ventaja de 15 puntos sobre su más cercano adversario cuatro meses antes de las elecciones, pudiera perderlos. ¿Qué sucedió?
Nuevos detalles sobre los errores estratégicos de López Obrador han comenzado a salir como parte de los reacomodos políticos dentro del PRD y por la necesidad de supervivencia política de algunos que figuraron entre sus más aguerridos gladiadores. ¿Qué sucedió cuando en febrero de 2006 tenía esa ventaja sobre el segundo lugar en ese momento, Roberto Madrazo?
"Se equivocó de contrincante", dice un perredista. "Cuando vio la ventaja que tenía y que faltaban varios meses para la elección, decidió hacer la campaña en contra de Fox". Se le dijo que el presidente Vicente Fox no aparecería en las boletas de la elección y que tenía un nivel de popularidad de 65%. Es decir, Fox podía desgastarse lo que quisiera, pues no contendería por nada, mientras que todo lo negativo que pudiera acarrearle esa competencia a López Obrador repercutiría en puntos de popularidad y preferencia de votos. El candidato no les hizo caso.
Días después explotó su primer "¡Cállate, chachalaca!" Y ahí empezó el cambio de dirección de viento y la campaña presidencial comenzó a ser una batalla. Una semana antes, el equipo de Felipe Calderón había puesto en televisión un spot que hablaba de la deuda que había dejado López Obrador en el Gobierno del Distrito Federal, pero había pasado desapercibido. El grito contra Fox sacudió al electorado. En el cuarto de guerra de la campaña de Calderón vieron cómo sus números en los tracking polls se movían por primera vez en meses. Decidieron regresar el spot de la deuda a la televisión y, con los posibles votantes más alerta porque el grito chachalaco los perturbó, la campaña negativa comenzó a despegar.
Según un colaborador de Calderón, esos dos momentos le hicieron perder a López Obrador "entre seis y siete puntos". La encuestadora del perredista, Ana Cristina Covarrubias, también midió que las cosas dejaban de estar bien y suspendió la difusión de sus encuestas de tendencia de voto. Los asesores del perredista aconsejaron no atacar a Fox, pero le volvió a recetar otro "chachalaca", regalándole al equipo de Calderón un nuevo spot comparándolo con el venezolano Hugo Chávez. "Todas las mañanas nos sentábamos en el cuarto de guerra a esperar la respuesta, pero pasaron 20 días y nunca nos respondieron nada".
Varios asesores de López Obrador le recomendaban irse a la televisión y contrarrestar los golpes con una campaña negativa contra Calderón, que ya había rebasado a Madrazo y se acercaba al perredista. Pero la respuesta era no. "Él nos decía que el pueblo no iba a votar por los malos, sino por el bueno, con lo que él ganaría", confió un perredista. López Obrador tampoco fue al primer debate. "Le costó otros cinco o seis puntos", dijo el colaborador de Calderón. "Ahí lo empezamos a rebasar". La ventaja que tenía en febrero se había evaporado. Aceptó retirar al cineasta Luis Mandoki como su creador de imagen y contratar a Hugo Scherer para evitar la debacle. Scherer es un profesional en comunicación política e imagen, pero en el último mes de la campaña sólo pudo ver al candidato 15 minutos, de madrugada en San Luis Potosí. La contienda se encontraba el 2 de julio con un empate técnico.
López Obrador no había preparado un plan de contingencia en caso de perder. "Esa opción nunca estuvo en su cabeza", reveló el perredista. Por eso, todo se empezó a derrumbar la tarde de la elección, cuando los números no cuadraban. En un nuevo libro, 2 de julio, Carlos Tello Díaz narra cómo a las cuatro de la tarde de ese día la encuesta de Covarrubias le daba tres puntos de ventaja sobre Calderón -un empate técnico-, pero el resto de las encuestas daban un empate total. El autor detalla el desconcierto al iniciar la noche y cómo el ambiente de fiesta se había vuelto un mosaico de caras tristes y nerviosas.
De hecho, a las seis de la tarde el coordinador de la campaña, Jesús Ortega, llamó por teléfono al estratega de Madrazo, Manlio Fabio Beltrones, y le pidió que no le levantaran la mano a Calderón. "Ni a Calderón, ni a López Obrador", respondió, deslizando un consejo, tal y como lo habían hecho en 1988 ellos cuando la elección de Carlos Salinas: "Tomen la calle". Si no ocupan los espacios, les advirtió, "los van a desaparecer mañana". Una hora después, Martí Batres convocaba a sus seguidores al zócalo.
Cuando el conteo de votos le dio a Calderón una apretada victoria, le sugirieron a López Obrador realizar una huelga de hambre en el zócalo para presionar al tribunal electoral. "No nos escuchó", dijo uno de sus cercanos que no es miembro del partido. En lugar de ello, cometió otro error: realizar un "plantón" sobre Paseo de la Reforma. Duró casi dos meses y fue un desastre. Varios líderes del PRD le pidieron levantarlo, pero cada vez que parecía aceptarlo, los más radicales lo convencían de lo contrario, argumentando que era la única forma de presionar a los magistrados electorales.
Estaban equivocados por partida doble: les recetaron un fallo negativo unánime. A cambio, el plantón provocó la ruptura de alianzas con varios de los más importantes empresarios del país y con un amplio sector de intelectuales que se la jugaron con López Obrador, además de la pérdida de respaldo de la prensa internacional y de la gente, que lo castigó con 25 puntos de menos de popularidad. La caída de prestigio de López Obrador se acentuó cuando, ignorando el consejo de varios cercanos, incluido su protector Enrique González Pedrero, se ungió como "presidente legítimo".
El descrédito del ex candidato se probó durante la reciente marcha sindical contra el alza de la tortilla, donde la participación del tabasqueño tuvo un impacto negativo entre la población a la que querían llegar. López Obrador tiene hoy rendimientos decrecientes para el PRD y la izquierda en general. Pero quien piense que está acabado, se equivoca. El PRD piensa hacer una evaluación crítica de la derrota en la elección presidencial, donde quizá cuelguen a quienes responsabilizó de la operación electoral. Pero a él no lo van a tocar. Es un mal necesario, cuando menos para 2009 y, nadie sabe en este momento, si también un nuevo activo para dentro de seis años.
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Etiquetas: 2 de julio
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